Infancia y vida familiar
Los orígenes de Francisco de Miranda fueron relativamente humildes. Su padre, Sebastián de Miranda Ravelo, era originario de la población de La Orotava, en Tenerife, una de las [[Islas Canarias].
Posiblemente emigró a Venezuela como consecuencia de la erupción del volcán Teide, el día 31 de diciembre de 1704, que afectó particularmente a dicha población y que después se vio asolada por la presencia de piratas ingleses, conflictos políticos y penurias económicas de las Islas Canarias.
Sebastián de Miranda, por razones de nacimiento, pertenecía a una categoría social considerada inferior a la de los Blancos españoles y los criollos que se denominaba entonces Blancos de orilla, y por ello trató de demostrar en un juicio real que sus orígenes eran «puros» para así poder obtener mayores privilegios sociales.
Logró llegar a Caracas y establecerse como comerciante de lienzos y, con el tiempo, contrajo matrimonio, el 24 de abril de 1749, en la Iglesia Catedral de Caracas, con una mujer caraqueña llamada Francisca Antonia Rodríguez de Espinoza y que también era de origen canario y necesariamente blanca, ya que de lo contrario la boda no hubiera aparecido en el registro de matrimonios y sus hijos jamás hubieran podido ir a la Universidad.
El primogénito de nueve hijos e hijas del matrimonio, Sebastián Francisco de Miranda nació el 28 de marzo de 1750 en Caracas. Sus hermanos se llamaron Ana Antonia, Rosa Agustina, Micaela Antonia, Miguel Francisco, Javier, Francisco Antonio, Ignacio José, Josefa María y Josefa Antonia.
Fue bautizado en la Iglesia Catedral de Caracas, el 5 de abril de 1750, por el Bachiller Tomás Bautista de Melo. En sus inicios, la familia Miranda era económicamente modesta y vivía dentro del grupo de colonos canarios llegados a Caracas que en costumbres, trato y nivel formaban un núcleo aparte de los Blancos Criollos, los Españoles y los Pardos; y aunque jurídicamente no estaban discriminados, socialmente no era así.
Con el tiempo, la situación de la familia mejoró notablemente y, Sebastián de Miranda logró hacer fortuna como comerciante en Caracas, llegando a ser propietario de diversos inmuebles en la ciudad.
Ya en aquellos tiempos existían roces y conflictos sociales que empezaron a crear un problema de gobernabilidad en Venezuela para las autoridades coloniales, que además tenían que aliviar las secuelas negativas de la presencia de la Compañía Guipuzcoana en la provincia.
En La Orotava, la familia Miranda era considerada gente distinguida e ilustre, a diferencia de Caracas. Buscaban pues allí posición social similar rehaciendo su fortuna mediante el trabajo, y/o llegando a obtener títulos académicos en la Universidad.
Así, su padre logró además de hacer fortuna, ser nombrado Capitán del Batallón de Milicias de Blancos de Caracas pero por ser isleño (nativo de Las Islas Canarias) y comerciante su nombramiento produjo un fuerte rechazo de la sociedad Mantuana (Blancos Criollos, descendientes de españoles pero nacidos, como Sebastián Francisco, en territorio americano), reflejo de conflictos sociales latentes, una de las causas de la Independencia.
Había cierta dosis de desprecio de los mantuanos hacia su padre por ser un comerciante, ocupación que a sus ojos lo inhabilitaba para ser Capitán de Milicias.
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